Actualmente en las instituciones educativas públicas, existen orientadores educativos que no tienen el perfil idóneo para desarrollar tan importante tarea; la política de Estado en países de América Latina lo largo de todo estos años poco o nada hicieron por subsanar ese error centrándose sólo en el aspecto cognitivo del estudiante y del docente.
El orientar al bienestar del estudiante involucra principalmente a su salud emocional y con ello el desarrollo de su inteligencia emocional pero tristemente nadie se ocupa de aquella inteligencia como aspecto medular para el éxito de las personas en todas las áreas de sus vidas.
Los docentes que reúnen los requisitos para el perfil de orientadores educativos, no son mayoría y su labor pasa desapercibida, puesto que como profesionales de la educación la gran mayoría lo hacen sin tener conciencia o por rellenar el horario de clases y lo que es peor nadie recibe soporte emocional por el personal especializado de los grandes ausentes del Ministerio de Educación.
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